SAMARAL O UNA CAMISERÍA EN LA QUE YA NO SE PUEDE COMPRAR.

Desde que el día 4 de abril de 1910 dieran comienzo las obras del primer tramo de la Gran Vía de Madrid, muchos fueron los negocios inaugurados en ella. Los magníficos cafés, las brillantes perfumerías, los extraordinarios cines, joyerías y establecimientos dedicados a la moda y a los regalos, abiertos a partir de los años veinte del siglo pasado, ya casi forman parte de la historia dejando paso a tiendas con marcas repetidas y a comercios cuyas fachadas se forran de metacrilato en colores chillones.


Parece que existe un desmedido afán por olvidar que la Gran Vía fue y debe seguir siendo, por su historia, una de las calles más importantes de Madrid.

Fue en el mes de diciembre de 1934 cuando una pequeña camisería llamada Samaral abrió al público en la entonces avenida del Conde de Peñalver, número 16 (hoy Gran Vía, 7)*. El local tenía otra entrada más pequeña por la calle de Caballero de Gracia, número 15. Su nombre era el acrónimo formado por las letras de los apellidos de su fundador: José Pérez de Santa María Altisent. 

*(La numeración de la antigua avenida del Conde de Peñalver comenzaba en la Red de San Luis y la de la actual Gran Vía se inicia en su punto más cercano a la Puerta del Sol. Por ese motivo el mismo edificio estuvo marcado primero con cifra par y luego con cifra impar). 

Foto: M.R.Giménez (2007)
Fachada de la camisería Samaral en la Gran Vía, número 7.

El diseño de la marca empleado en el rótulo de Samaral fue tan exclusivo y novedoso como el proyecto de la decoración de la tienda. Entre comillas, abiertas en la parte superior y cerradas en la inferior, tras las letras, sólo mantenía en mayúscula la letra “S” inicial para completar el resto de los caracteres en un solo trazo. El rótulo original era de cobre y fue renovado tras la Guerra Civil Española por otro de hierro pintado, del que desaparecerían las comillas.

Fuente: B.N.E. (1934)
El rótulo de Samaral, con sus comillas superiores e inferiores.

Es así como se presentó a la prensa el moderno establecimiento de atrayente instalación, completamente diferente a todo lo conocido en Madrid que con el tiempo agrandaría su espacio con el local anexo.

Fuente: B.N.E. (1934)
A la izquierda se ve parcialmente el rótulo de la juguetería "Casa Medel". El local, a su cierre, fue añadido a la camisería Samaral en los años cuarenta del siglo XX. 

Camisería, gabanes, trajes de caballero en hilo puro que no dan calor, zapatos, pijamas, jerseys de las mejores y más conocidas marcas, bolsos, écharpes, kimonos y las más altas novedades de la moda vienesa. Los artículos se exponían en los escaparates que formaban parte del recinto que hacía las veces de recibidor de la tienda y que había aprovechado una de las vigas del edificio, que dividía la entrada desde la calle en dos partes, para instalar un muestrario de los objetos más pequeños que en ella se podían adquirir.

El interior de la tienda Samaral era alargado y en su medianía se alzaban varias columnas forradas de madera. Repleto de muebles de madera maciza y cristal, que contenían los diferentes productos a la venta, a su cierre aún conservaba intactos los mostradores, con sillas para los clientes, y los espejos de probador además de los apliques luminosos adosados a sus paredes. 

Fotos: M.R.Giménez (2010)
Tres aspectos del interior de la camisería Samaral.

Varios escalones, situados en la última parte del local, resolvían la diferencia de altura del suelo entre el acceso por la Gran Vía y la calle del Caballero de Gracia; allí se había instalado una gran mesa de madera con ocho cajones donde el dueño atendía a los clientes y cuya superficie estaba tapizada por monedas que los clientes de todos los países del mundo habían dejado sobre ella.

Foto: M.R.Giménez (2010)
Las monedas pegadas sobre la mesa donde el dueño atendía a los clientes.

Samaral también tenía un libro de firmas para los clientes más conocidos. Artistas de cine españoles y extranjeros habían estampado su recuerdo en este volumen, que esperamos se recupere para todos.

Durante la Guerra Civil Española la tienda no cerró. Cubierta por sacos terreros continuó el negocio, siendo uno de los comercios madrileños que donaron ropa con el fin de ayudar a los heridos y familiares de los caídos del Frente Popular republicano, en el mes de julio de 1936, aportando: 6 camisas, 6 calzoncillos, 12 pañuelos y 6 pares de calcetines.

Foto: M.R.Giménez (2010)
Escaparate de la tienda con el rastro que dejó la metralla de un bombardeo durante la Guerra Civil Española.

Con los años el establecimiento Samaral se convertiría en un bazar donde poder adquirir no sólo ropa de moda, sino también multitud de artículos dirigidos a los turistas. En agosto de 1963 un visitante holandés entró buscando algún recuerdo español para su restaurante en Amsterdam y compró en la tienda una cabeza de toro disecada por 12.000 pesetas.

Barcos encerrados en pequeñas botellas, bastones, réplicas de instrumentos de navegación, pequeñas estatuas decorativas, relojes y muchos objetos más se podían encontrar en esta tienda que cerró sus puertas en el año 2011 y aún hoy no ha sido reemplazada por otro negocio.



Fuentes:
Hemeroteca B.N.E.
Hemeroteca ABC
Es.wikipedia.org
Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
Madridvillaycorte.es


Comentarios

  1. Maravilloso recuerdo de una tienda muy especial. Una entrada excelente recordando un tipo de comercio que deja de existir.

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  2. Deme, muchas gracias por tu comentario. Me alegro de que te guste la entrada.
    Saludos.

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  3. muy interesante el cliente canoso sentado....

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  4. Era una tienda con un empaque especial. Yo creo que el rótulo llegó a ser de latón dorado,pero ya no estoy seguro.Nunca pude comprar allí por "puntual escasez de liquidez monetaria", pero me gustaba mucho como presentaba los escaparates. Cuando decidieron morir matando vendiendo souvenirs, ya la cosa no pintaba bien , la Gran Via se había degradado mucho comercila y socilamente.
    Antoñito I El Maligno.

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  5. Efectivamente, Antoñito, era una tienda de esas especiales, bonitas y caras de la Gran Vía, que van a desaparecer en breve y que habrán de convertir a esta calle en un mercadillo de figuras flamencas para la tv e imanes para el "frigidaire". Si no se han respetado estos establecimientos ¿cuál sería el objeto de "celebrar" los 100 años de la Gran Vía en 2010? Me pregunto...
    Gracias por leer el blog y un beso.

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  6. Bonito reportaje, Charo. La fachada de Samaral, con sus letras de hierro y sus vidrios que reflejan edificios siempre me pareció de las más logradas de esta vía. Tapicerías Peña tiene una arquitectura muy original, que nos lleva a los años veinte. Siempre que pasaba me encantaba visitar ambas tiendas en las que el trato humano era importante. Es posible que los géneros a la venta hubiesen quedado anticuados, pero simbolizaban la elegancia frente al trato despersonalizado de las macro-tiendas de ropa de usar y tirar que van fagocitando la calle.

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  7. El encanto de las tiendas antiguas desaparece de Madrid y no de otras ciudades europeas que cuidan bien su imagen. En esta ciudad todo se va en homenajes para, acto seguido, olvidar. Parece que hay quien ha decidido que Madrid no debe existir ¿no crees?.
    Gracias, Carlos y un besete.

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