LOS CAFÉS DE AMATO.

Ya en los primeros años del siglo XIX existió en Madrid un empresario que apostó por invertir sus caudales en abrir una rentable cadena de cafés. Sus establecimientos se harían tan populares que, aun teniendo cada uno su correspondiente título, todos pasarían a la historia por el nombre de su propietario.

Gaspar Amato, tal era el nombre de este audaz emprendedor, era un famosísimo repostero que había trabajado al servicio de la duquesa de Benavente, noble que encargaría la construcción del magnífico Parque de El Capricho.

Sería a principios de la década de los años treinta del siglo XIX cuando Amato habría inaugurado un primer café, llamado del Mediodía y situado en la calle de Alcalá junto al convento de las Calatravas (edificio derribado en el año 1870 y del que hoy subsiste su iglesia). De la puerta del Café del Mediodía salían los domingos, si el tiempo acompañaba, las diligencias con dirección a la Quinta del Espíritu Santo (Las Ventas) para allí pasar un buen día de campo. 

 

Fotografía de Jean Laurent (1863). mcu.es. Convento e iglesia de las Calatravas.

Este del Mediodía cambiaría de título en el año 1834, pasando a denominarse Café de la Amistad. Gaspar Amato inauguró el remodelado local el día 14 de diciembre, ofertando helados, sorbetes y bebidas, además de admitir otros encargos del ramo de la repostería. Parece que este café pasó a ser sólo de temporada, ya que cada año anunciaba su reapertura a comienzos de la primavera.

 

Fotografía de M. Chamorro (2021). Iglesia de las Calatravas.

Los beneficios generados por aquel primer establecimiento de la calle de Alcalá fueron invertidos en la apertura de un nuevo café. Así, el domingo 16 de octubre de 1836, esta vez en la calle del Caballero de Gracia, el decidido repostero inauguró el que vino a llamarse como la entonces famosa fonda situada a algunos metros de distancia y en la acera de enfrente. El Nuevo Café de la Cruz de Malta además de los helados, bebidas y sorbetes de costumbre ofertaba un exquisito ponche a la romana. 

 

Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1836). Anuncio del café.
 

En aquel Madrid tan pequeño, si lo comparamos con la actualidad, la calle del Caballero de Gracia se situaba mucho más cercana al centro que la parte de la calle de Alcalá donde Gaspar Amato había ya instalado su primer negocio. Es por ello que, en la publicidad de su nuevo café, mencionaba su agradecimiento al favor que el vecindario le dispensa, teniendo a bien proporcionar un sitio más céntrico y cómodo para su nueva instalación. El Café de la Cruz de Malta perduró en ese emplazamiento hasta el año 1850.

 

Fuente: memoriademadrid.es. La calle del Caballero de Gracia en la maqueta de León Gil de Palacio (1830).

El repostero Amato llegó a ser muy famoso en Madrid gracias, sobre todo, a sus magníficos y abundantes sorbetes, considerados como los mejores de la corte. Sus especialidades pasaban también por la preparación de los quesitos helados, jarabe y jalea de grosella. Anunciaba que servía toda clase de encargos para afuera, con la prontitud posible.

 

Fotografía: M. Chamorro (2021). La calle del Caballero de Gracia.

Las calles de la Montera y del Carmen situadas en la antigua Puerta del Sol (cuyas obras de remodelación no comenzarían hasta el año 1857), tenían entonces mayor extensión que en la actualidad. Fue en un local con entrada y salida por ambas vías donde, en diciembre de 1838, el industrial cafetero inauguró un nuevo y céntrico Café de Amato. Para localizar el negocio se daban las siguientes señas: En la calle de la Montera, primero de la izquierda, entrando por la Puerta del Sol. El establecimiento estaba dotado de un gran salón de sociedad y salas independientes para juegos de billar, tresillo, ajedrez y demás permitidos. Como en el resto de sus otros negocios, Amato ofertaba su magnífica repostería, a la que añadió los quesitos helados de piña de América fresca, cuya fruta exponía al público en su Café de la Amistad de la calle de Alcalá, por si hubiese alguna duda.

Este negocio, quizá el más popular de los cafés de aquella cadena por sus tertulias literarias y musicales, cerraría en el año 1849 vendiendo todos sus efectos (mesas, sillas, anaqueles y sus excelentes billares).

 

Fotografía: Charles Clifford (1857). memoriademadrid.es. El emplazamiento del Café de Amato de la c/ de la Montera aparece señalado por la flecha. En el año de la fotografía ya había desaparecido el negocio.

El acaudalado y hábil comerciante Fernando Fernández Casariego, que bien supo cultivar las relaciones sociales de su época, había construido dos grandes edificios similares en la calle de Alcalá, número 52 (hoy señalados con los números 30 y 32). Destinados a viviendas y negocios, estos inmuebles serían conocidos en Madrid como las “Casas de Casariego”. Gaspar Amato no perdería la ocasión de alquilar en ellos un local con el fin de inaugurar, el domingo 29 de abril de 1849, el elegante Café de Gaspar Amato, dispuesto con gran lujo y servido con el mayor esmero. 

 

Fotografía: M. Chamorro (2021). Las Casas de Casariego, en la c/ de Alcalá.

Dado que a mediados del siglo XIX se generalizó la moda de realizar conciertos en los cafés, los espaciosos y elegantes salones del recién inaugurado local de Amato, en la calle de Alcalá, darían cabida a bandas como la del batallón de Chiclana y también a sociedades populares y círculos de recreo, en los que la juventud de Madrid se reunía los domingos para bailar. Dos de estas sociedades, La Sílfide y La Floreciente, congregaban aquí a un buen número de concurrentes hasta el año 1852, cuando este Café de Gaspar Amato cerró sus puertas para trasladarse a la plaza del Ángel, número 15. 

 

Fotografía de Edmundo T. Arcimís (1900) mcu.es. La plaza del Ángel. El Café de Amato ya había cerrado.
 

Comenzaba el declive del negocio de los cafés de Amato ya en el año 1859. Siete años después de su apertura, cerraba también sus puertas el situado en la plaza del Ángel. Tras más de treinta años de incansable trabajo, Gaspar Amato habría sabido adaptar todos sus locales a los gustos que en cada época demandaba la clientela. Su recuerdo sólo perduraría en las miles de referencias que encontramos en la prensa antigua o en los textos escritos por Benito Pérez Galdós, entre muchos otros autores.

 

 

 

Fuentes:

cervantesvirtual.com

hemerotecadigital.bne.es

mcu.es

memoriademadrid.es


 

Comentarios

  1. No es exactamente lo que entendemos hoy en día por una franquicia pero se le parece ... porque ese modelo de negocio no existía entonces pero Amato apuntaba maneras. Enhorabuena por un trabajo tan bien hecho.

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    1. Así es. Gaspar Amato era dueño de todos sus cafés. Lo que obtenía de un negocio lo invertía en otro y abrió un café cada, aproximadamente, dos años.
      Gracias, Conde de Salisbury, por tu amable comentario.
      Un saludo cordial.

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